Siempre me gustó pensar la blogosfera como un jardín, un
inmenso jardín.
Un jardín que alberga del más sublime encanto al más feroz
desánimo escondidos bajo una frondosa o frágil florecilla. Posts cada día que
se convierten en los pétalos del sí o el no de aquella margarita que decide un
te quiero. Letras que resurgen como aquellas raíces que parecen no agarrar,
lágrimas que se convierten en el rocío de esos pétalos y sonrisas que brotan
como la clorofila da verde a sus hojas; visitas que nutren como los rayos del
sol y obstáculos que se interponen como piedras a las que solo las raíces más
fuertes logran sucumbir.
Mientras algunas flores siguen creciendo y creciendo, otras dejan
de regarse para desvanecerse y otras se copian tapándose unas a otras todo rayo
de sol; otras empiezan a crecer desde una humilde semilla, no sabiendo muy bien
si de rosas o lirios se tratarán.
He aquí un primer amago, de lo que sin llegar a ser pétalo
verá la luz del sol en un incierto terreno. Esperando crecer, aunque siempre y
únicamente para embellecer este jardín, os saludan estas tímidas semillas
dispuestas a ser acogidas y encontrar su lugar; por muy recóndito que sea, si
un rayito de luz reciben ya tendrán manera de crecer.
Disfruta tu momento algo.
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