sábado, 29 de marzo de 2014

momento-->función

   Aprendes rápido, o eso es lo que crees.

Piensas que una vez has sufrido, queda grabada la lección, que como antes decían “letra con sangre entra”; piensas que todo es constructivo, que a la próxima tendrás otra actitud, que a la próxima no serás tú la que sufra. Pero no quieres que haya próxima, de hecho, no habrá próxima, te repites mientras respiras hondo,  todo terminará, todo cambiará. De pronto llega un día e intentas recuperar estos pensamientos pero ya no puedes, ni siquiera susurran sus sombras. Existimos personas con una capacidad para autoconvencernos sutilmente sobrehumana. 

Te repites a ti mismo y a los que te rodean, que está todo bajo control, que la primera y la última. Mentiras. Mentías, mientes y mentirás hasta que no seas capaz de dejar de autoconvencerte y comenzar a actuar. Toda función tiene fallos, tiene carencias, no existe función que el primer día sea exactamente igual que el último día de representación. Unos preferirán la concentración del estreno y otros, la ambición por disfrutar del último. Pero mientras, todas y cada una de las funciones han sido únicas, especiales e inolvidables. Lo único común a todas ellas es el esfuerzo y la pasión por actuar y el momento en que esto se pierde, no intentes engañarte, la función no funcionará

Crees que aprendes porque tiendes a crear un manual de instrucciones, organizar tus movimientos en métodos y en bucles tus más preciados recuerdos. Y así, los que decimos llamarnos personas, nos quedamos estancados. 

Te pasas la vida haciendo castings para escoger tu entorno y, descubres, que los que pasan a la siguiente fase no son lo que buscabas.

Ya no, no más castings en mi vida,todos enriquecerán la historia. Los que traen su propio guión marcarán y aquellos que lleven un simple calco, terminarán tapándose unos a otros hasta desvanecerse en el más sordo murmullo.


Debe ser así como irá pasando la vida, con entradas y salidas de personajes, de función en función hasta que llegue un día en el que la obra termine; hasta ese momento, solo espero que nunca llegue a autoconvencerme de que la obra es perfecta, porque si dicen que todo puede mejorar, será que puedo seguir creciendo hasta el último día.

¡Disfruta de tu momento y conviértelo en una bonita función!

domingo, 23 de marzo de 2014

un momento embotellado.



  Es ese momento en el que reconoces la verdad, el momento en que te sientes fuerte para mirarle de frente y agradecerle todo lo que sin saberlo ha hecho por ti. Es esa persona a la que todas suelen odiar pero que yo admiro, esa que no me toca nada pero con la que llevo años compartiendo cada Navidad, esa a la que todas suelen criticar pero que yo venero, esa a la que todas saben rechazar pero que yo acojo, esa a la que todas tienen miedo pero en la que yo confío, esa a la que todas ven irrompible pero con la que yo comparto debilidad, esa a la que todas prefieren lejos pero a la que yo quiero siempre cerca. La misma que le dio la vida a él, y sin saberlo a mí. Había llegado el momento, y ella lo sabía; Justo cuando estábamos degustando su más exquisita delicatessen que con amor nos había enviado y mientras yo estaba deleitándome con un vino de Navarra sonó el teléfono. Me pasó el inalámbrico y me dijo: es mi madre. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo… Mi respiración se aceleraba al tiempo que sus temblorosas manos dejaban caer el teléfono en las mías. Aquella botella había jugado el papel de saeta en la ruleta de mi vida, le apuntaba a ella, y me apuntaba a mí; en el centro, siempre él.


                                                        

sábado, 15 de marzo de 2014

momento ella.

Ella es esa luz al final del pasillo, es esa sombra que te abraza y protege, es esa manta que te guarda del frío, es ese viento que te da el empujón que necesitas, es esa mirada que te recuerda que nada está perdido, es esa sonrisa que te recibe cada mañana, es ese café que evade tus temores, es esa mano que te acompaña en la jornada, es esa idea que te salva del oscuro agujero, es esa cuerda que te ayuda a bajar al suelo y también, es esas alas que te ayudan a levantar el vuelo. Ella, la que viste tacones y un collar de macarrones. Ella no solo es eso, ella puede con eso. Y más.






(Tardío momento dedicado a la mujer)

"En especial para la que mis collares de macarrones ha lucido siempre"

jueves, 6 de marzo de 2014

momento nuboso, que no nublado.

Mira aquella nube y pregúntale dónde va. Ponle empeño, cierra los ojos, concéntrate, bracea, salta, grita; inténtalo incesantemente.

Siempre me gustaron las nubes, siento devoción por sus formas, su color, su aparente tranquilidad y reposo, su esponjosidad, su libertad, incluso su frescor.

Me gustaba imaginar las vidas de las personas como las nubes. Si a alguien le preguntas a dónde va, supongo que no importa lo que conteste, pues aunque no lo sepa, no está en sus manos, tiene que dejarse llevar, igual que ellas, igual que las nubes.

Hace tiempo tenía un amigo que también amaba las nubes, las estrellas; el cielo. Es de esas personas que miran hacia adelante siempre, que luchan por llegar a ellas, que le gustaría ser tan libre y confiado como esa nube que se deja en manos del viento y tan importante e imprescindible como aquella estrella que si un día se apaga, todos puedan percatarse. Imaginábamos ser nubes, la suya azul y la mía rosa, volaríamos juntos, uno al lado del otro, hasta que el viento nos llevara en direcciones diferentes, o hasta que en lluvia nos transformáramos, o hasta que la fusión de azul y rosa formara una bonita nube violeta. Soñábamos con sobrevolar todo el planeta tierra, transformarnos, evaporarnos y volver a condensarnos para reencontrarnos y contarnos todas nuestras experiencias vividas. Siempre intenté guardar en secreto todas aquellas conversaciones, me daba miedo parecer una incrédula niña que no tiene donde invertir su tiempo más que en fantasear sobre nubes y vidas; de las nubes era de algo que sabía poco, pero de vivir, ni siquiera sabía lo que era eso.

Años después, sigo mirando nubes, sigo mirándolas y comparándolas con todas las diferentes vidas que he podido conocer o quizá, a veces, inventar. Tengo una manía, no me gusta meterme en las vidas de los demás, ni siquiera hago preguntas entrometidas, pero siempre creí que tengo un don, inspiro esa confianza que le hace abrirse a la gente y que hace me sienta como un avión en un aprieto entre todas esas nubes, o entre una única nube gigante que me obstruye el paso y la visibilidad, que me hace centrarme solamente en ella aunque sea los pocos minutos o segundos que tarde en atravesarla. No me quejo por ello, me gusta conversar desde mi nube, siempre sin meterme en la otra y sin permitir que otras se metan en la mía. Pero a lo que vamos, mi manía va más allá, mi mayor manía consiste en observar el paso de las nubes a la vez que el de las personas. Cada día más, de mayor quiero ser pequeña, y no hay nada que me rejuvenezca más que tumbarme en el parque a llevar a cabo mis hazañas. Veo esas personas, y les pongo edad, intento ver en sus sonrisas si son felices, en sus ojos si tienen miedo, en su caminar si están seguros de sus vidas y en sus ropas si desbordan personalidad. Son las primeras singularidades que observo para intentar descubrir cuáles son sus nubes, qué nube se adaptaría a su vida en ese mismo momento.

A mi amigo le perdí el rastro, se fue lejos y ni volví a verlo, ni volví a poder contactar con él. A veces le recuerdo y me pregunto cómo le irá, pero ni siquiera creo que se acuerde de mí; supongo que su nube azul se esfumó y ya no quedan rastro de aquellas estúpidas manías que solemos tener y olvidar al crecer; solemos.


Mientras la vida a ritmo acelerado pasa, aquí hay una, que solo intenta recuperar sus aficiones de su feliz infancia. Os preguntaréis el por qué de mi extraña existencia, yo también lo hago a veces. Pues bien, las nubes, solo se pueden fusionar con las nubes, no importa el tamaño, no importa el color, no importa la forma…Pero una nube no se puede atrapar, no se puede poseer, debes dejarla libre o se esfumara entre tus dedos. Vaya infantilidad la mía, diría mi madre. De infantilidades está hecha la vida, y me niego rotundamente a crecer rodeada de esas nubes negras que enturbian los días y se preparan para las tormentas.




¡A coleccionar momentos de fin de semana se ha dicho!¡Gracias!





domingo, 2 de marzo de 2014

Momento "quierovivir".


Que pocos sueños inalcanzables, que pocas horas eternas, que pocos amigos para siempre, que pocas risas imparables, que pocas sonrisas imperfectas, que pocos besos escalofriantes, que pocos inocentes, que pocos trabajos voluntarios, que pocos amores imposibles, que pocas miradas de complicidad, que pocos corazones reversibles, que pocas verdades inmutables, que pocos abrazos eternos, que pocas guerras pacíficas, que pocas frases espontáneas, que pocos planes imprevistos, que pocos minutos frágiles, que pocos mundos de dos, que pocas ganas de vivir.




"Yo no quiero sobrevivir, quiero vivir"- Wall-E




¡Disfruta tu momento!